Nuestra universidad necesita que la voz estudiantil sea escuchada de manera efectiva y no solo como un requisito formal. Impulsaré que la voz de los estudiantes tengan incidencia real en la definición de políticas académicas y administrativas, garantizando que nuestras preocupaciones no se reduzcan a un simple trámite. Para ello, promoveré mecanismos de rendición de cuentas mediante los cuales las autoridades informen periódicamente sobre sus decisiones, el uso de los recursos y los avances de gestión, asegurando transparencia y un diálogo constante con la comunidad estudiantil. Al mismo tiempo, trabajaré en la simplificación de los trámites universitarios, reduciendo la burocracia que retrasa el avance académico y genera barreras innecesarias en la formación de los estudiantes. Una universidad democrática y eficiente solo será posible si cada estudiante siente que su voz cuenta, que sus derechos son respetados y que su participación tiene un impacto concreto en el futuro institucional.